domingo, 29 de noviembre de 2009

Vivir las ilusiones y ficciones

Gracias por tu carta, y si no la he contestado, fue porque la realidad me había enviado lejos a vivir las ilusiones y ficciones que tu sagaz pensamiento refleja en tu Letra.

Es así que ahora que he sido devuelto a la orilla de la carta, por la incesante marea de la realidad, me siento una especie de resto, algo que esta aquí pero que bien podría no estar o estar en otro lado.

Me siento boyando. Me siento demás. ¿Los demás me sienten? No sé todos, pero tu sí. Y eso es mucho.

Soy fragmento de ese objeto del que tu hablas, ese objeto universal, la realidad, pero un fragmento fragmentado, algo que parece que no halla la pieza que le falta y esta roto.

La memoria, mi memoria, también esta partida. Este proceso de desintegración ha sido tan erosivo, tan corrosivo, que ya no recuerdo que es lo que olvidé.

Coincido contigo en que la roca-realidad, la piedra fundamental e inmemorial donde rompe el mar sus moods of sea, ha sido el punto donde también me he caído.

She was a Visitor. She was a Visitor. She was a Visitor. She was a Visitor. She was a Visitor.

Repito: She (la realidad) was a Visitor.

Percibí su anunciación, su llamado, su visita, pero ahora no.

Soy un personaje. Ahora me llamo Magush. Un niño aprendiz de mago. Quiero reencantarme, quiero cambiar mi destino. Quiero probarme una vez que puedo trastocar la realidad. ¿Será en vano?

La re-presentación del amor.

Me alucina con su visión obsesiva. Me tortura con su espera animal. Me encandila con su luz oscura. Me da premura en su procastinada llegada. Me intoxica con su voz incórporea. Me madruga con su llamado. Me mendruga. Me alimenta con su hambre voraz. Me incrementa con su pérdida. Me dilapida con su riqueza. Me atosiga con su sangre. Me damnifica con su aparición milagrosa.

martes, 17 de noviembre de 2009

Brusquedad, impaciencia, cólera, brote de tristeza y desesperanza, taciturnidad, dificultad de ser.

En esta tierra virtual (maldita, que no nos da nada, ni nos dió ni nos dará) aparecen personas y así como aparecen, desaparecen, por todos lados.
Entre torcidos escombros y retorcidas ruinas, asoman sus manos extendidas y sus cabezas gesticulantes, seres parlantes o mudos que claman por auxilio ( o por lo mismo que clamamos nosotros)
Pero cuando uno intenta acercarse y tomar esos miembros, zas los seres te clavan el cuchillo o te hincan los dientes en la yugular.
Como en una película de clase B, todo empeora a cada minuto.
La cura no hace efecto y la tierra se llena de zombies.
Yo mismo me he convertido en uno.
Yo mismo te he convertido en uno.
Nuevamente nos exponemos a varios ataques: ácidas lluvias de malos entendidos, narci-sismos, citas en el jardín de equívocos (donde las respuestas son tan desdobladas) y una serie de mil situaciones que no llegan a realizarse y quedan en el limbo, como bebes abortados.
Todo esto y mucho más.
Un zombie seguramente comprenderá a otro. El mismo estado especular de siempre.
Ayer no fue tampoco fácil para mí.
Muy raro día para todos los zombies, entonces.
Mucha presión experimenté durante la tarde.
La plaza, la avenida, el agotamiento de la ciudad microconcentrada me invadieron.
En el opresivo departamento mental, la camilla, la señora dormida con la acupuntura puesta, y toda aquella cura me arrastraba.
El octavo 132 estaba lleno de embarazadas llenas de zombies que se peleaban por sentarse.
Luego, un ahogo súbito y la asfixia que te quita la poca vida.
En la estación de trenes, los cárteles luminosos, en los que la realidad se recorta (y te corta también) informaban las últimas noticias sanguinolentas.
Luego a la noche, hubo una súbita descompresión, un experimento y acción.
Este tipo de subidas y descensos bruscos producen en el ánimo situaciones complicadas.
Explotar no es bueno, explorar es mejor aunque sean zonas oscuras, porque sino ¿como se entendería que un ciego ayudara a otro?

martes, 10 de noviembre de 2009

Caminaba por la delgada vereda de un sueño.

Caminaba por la delgada vereda de un sueño
Y te hallé, salvaje y taciturno,
Perdido en una pampa electrizada
Romance oscuro del pasado, lastimosa desmesura.
Montado sobre tu lomo el horizonte gira.
El verano aún no ha regresado y desconozco tus señas.
Esta noche dejaré una misiva para que tu mano de niebla la tome.
En el sueño leerás tranquilo mientras beso tus crines.

Me despierto y entiendo que debo ser paciente. Espero que la espera tarde poco. Esta inquietud turba mi corazón de cristal.

Gota a gota, la lenta diseminación, revela una fascinación grande: ¿pasaré de ser invisible dador a ser recibidor real? ¿seré el destinatario de un encuentro secreto, lejos del mundanal ruido?

En mis torsiones, y entre las secretas figuras del ansia quema, se engendra la incesante reproducción de una escena, cuyo teatro de insomnio, me hace pasar noches blancas.

Las fotografías, de frente y perfil, se desvancen al pulsar teclas.

Entre flores de sueño la felicidad se abre como un paisaje; pero hay un súbito repliegue y el desconcierto cunde como una nube que obtura el sol. El anhelado día se parte en dos y algo se va lejos.

¿Más, dónde? La mente no alcanza a determinarlo. Lleno y vacío, quedo como una gruta donde entra el mar.

Cuerpo a cuerpo, deseo un abrazo circular, musical. Abrazo, entonces, la idea de cuerpos traslúcidos sin opacidades.

Si esa seductora figura del deseo puede, con cierta magia, superar la distancia y llegar al otro, pienso, seremos dos, los asombrados.

Estas palabras efectúan una mise en scene rápida, performance espectral, que va de la sobriedad al delirio.

Si todo diálogo es un intercambio, qué no habrá que decir de los diálogos del silencio que se establecen entre personas que no se conocen pero se presienten.

Por momentos la grieta se resquebraja, y lentamente nos introducimos en la hendidura. El ser se precipita, como Alicia, en una caída infinita. ¿Habrá un colchón que amortigüe caída tan fenomenal?

Sueño con un portal minúsculo, un capullo donde guarecerme de la lluvia ácida. Después que pasa el fatal aguacero, salgo, abro mi pequeño paraguas, y me dispongo a caminar por las aceras mojadas. Tengo pluvial emoción. Voy al encuentro del desconocido amigo.

sábado, 31 de octubre de 2009

Cuerpo

"Quiero un transcurrir de fiesta delirante, un naufragio en tus aguas oh avaro" (eso me lo mando Batato, cuando yo tenia 15, me lo escribio en el margen de una carta (viste esas, que aparecian bajo la puerta y las traia un hombre en bicicleta, las tenes?) los mensajes de carne y hueso) y me pone la piel de gallina el alma, recordar eso, porque aunque nunca lo conoci personalmente, las cartas de B eran su cuerpo.

jueves, 29 de octubre de 2009

INSTRUMENTOS

Cada performance es distinto, un acontecer tan único como excepcional, como la vida, empieza pero no termina. De ese acto irrepetible quedan huellas, restos, formas, fotos, apuntes, sobretodo experiencias en juego. El balance balancea lo conceptual en delicado equilibrio con el juego, la instalación, el mundo poético y la flexión con lo teatral. Nuestra intención, muchas veces, es desconocida. Jugamos con la sorpresa, la improvisación, la invención, el imaginario que el otro aporta. Sabemos que hay un misterio pero no podemos definirlo exactamente. Plasmamos un hecho estético, del cual somos hacedores pero también del que salimos hechos y deshechos. Una constelación informal. Como todo suceso cercano (real, social, ritual) estos performances aún emiten resonancias, reverberaciones, de los cuales se pueden decir muchas cosas, pero lo más importante es decir: pasó, pasa y va a seguir pasando. Todo performance acontece en un cuerpo, pero en nuestro caso es en un entre-dos cuerpos. Cada uno aporta materiales, significados y el deseo de construir con ellos un momento único, tenso o terso, rara magia, que solo nuestra fascinación puede crear en la vigilia. En performance se organizan sonidos, silencios, palabras, acciones, y duraciones. Se construyen otros espacios en los espacios. Cada performance efectúa un recorrido partícular. Nosotros somos los instrumentos. Una casa puede ser un laberinto o un jardín sonoro. No somos actores. No hacemos ficción, pero evidentemente, trabajamos mezclando lo ficticio y lo real, del cruce de ambos, surgen cruzas, híbridos, figuraciones más o menos furtivas. Y seguiremos habitando.

jueves, 22 de octubre de 2009

Caracoles oídos en cuevas.

Si yo pudiera
remontarme al origen,
volvería a pasar por todas las etapas,
hasta esta en la cual deseo
remontarme donde quiero llegar.


Caminas por cuadras de árboles extraños.
Giras el dial del andar enmudecido.

Vas en busca del sonido de plata de su voz que cuenta.
Y tu oído es una reja que se abre a la contemplación de una ciudad etérea,
a la que un aliado te invita.

¿Qué será?
¿Sueño?
¿Encuentro del lugar desconocido donde te citaban?

La forma provino de tu deseo de encontrar
la combinación entre oído y voz.

Ángel que debió partir y dejo en tí su forma-recuerdo,
en caracoles- oídos y cuevas.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Plegaria

La felina libertad que corre, amarilla a la deriva, ojala halle el camino a casa.
Todo lo que amamos entra y sale de nuestras vidas en un abrir y cerrar de ojos.
Y no hay retorno, sino es por vía milagrosa.
Es arduo hacerse a la idea de no verlo más, así que si reaparece, prometo cuidarlo más.
Si no vuelvo a sentir su voz ronca llamando, y si no vuelvo a ver debajo de la mesa, su cuerpo descansando; las mantas, los lugares cálidos, y nuestros propios cuerpos, que lo tuvieron, no tendrán consuelo. Retorna, por vía milagrosa, a colmar nuestros brazos vacíos, oscilantes, sin ánimo, que buscan alzarte nuevamente!

sábado, 10 de octubre de 2009

Extra

La forma de hablar de las personas de otra época es lo único vivo que nos queda de esas épocas.

El escenario armado, angosto y largo, era una pasarela larga. Los grupos y solistas musicales se alternaban con los animadores. Pero no se veía nada, porque las banderas tapaban todo.
Las banderas, alzadas, no dejaban ver la tribuna, y el exaltado locutor pidió que las bajaran, porque los medios no podían registrar la Vigilia.
Había reflectores que lanzaban su luz al cielo. Parecía una antigua premiere de Hollywood.
Otro especie de cártel luminoso proyectaba sobre un edificio letras de luz. No descifraba su mensaje. En todo sentido, aquello para mí era un evento univocal y simultáneo que bombardeaba mi percepción. Miraba las banderas enhiestas, ondeando, y recordaba las escenas de las películas rusas de Eisenstein. Había mucho color. Todo el tiempo se lanzaban bombas de estruendo y otras señales luminosas. Pirotecnia verbal. Fuegos de artificio. Algunos jóvenes manifestantes bailaban, en pequeños grupos, alrededor de las banderas multicolores de los pueblos originarios.
Y luego se dejo oír a algunos de los oradores. Un opositor y otro defensor de la Ley.
Al primero se lo escuchó y también se lo silbo e insultó. Había gente que no podía escucharlo. Yo oía y veía todo. Pero ya se sabía que la mayoría estaba del lado de los propulsores de la Ley, y había un clima de triunfo asegurado.
Estaba allí porque quería estar, aunque mi escepticismo no pasaba inadvertido para algunos militantes. Un chico tenía una remera con la cara de la mandataria, que decía Cris Pasión. Le sacaron fotos, porque la remera era ingeniosa. Del mismo modo, cuando en la pantalla aparecía, la cara del vicepresidente se lo silbaba, no de forma unánime sino aislada.
En una carpa, ubicada en la Plaza, miraban la televisación otro grupo de manifestantes. Gente no tan joven y algunos con niños que dormían. La gente que estaba fuera y miraba se quejaba porque un señor con un diario bajo el brazo obstaculizaba la visión. Pocos segundos después se votó la Ley y todos festejaron.
Los discursos con pedidos exaltados dejaron paso a los discursos con los agradecimientos exaltados.
Cantaron -no todos- el himno nacional.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Pasoliniando.


Hola marica pasoliniana, ya me falta poco, y esta noche termino el libro, si es que esta noche no me termina a mí, Cronicas de la Ciudad de Dios o algo así, se llama y tiene un texto sobre Anna Magnani, que es increíble, aunque todo es genial en PPP, a mí me gusta el del partidito en colina volpi, ah es tremendo ese, todo un films en tus ojos, también hay varios relatos de amigos, como ese de los que se fugan a otro pueblo y consiguen trabajo pero despues uno se quiere ir solo a navegar y se ahoga, ah es tremendo ese y viste las descripciones, no? es maravilloso, y la traduccion esta buena, si esta buena, querido Pier Paoloooooo, si, hay que leer teatro suyo, leiste
Teatro Completo? noooo? Leélo, y si lees italiano, más es un libro hermoso, gordito, irresistible.
Un poco de Pasolini no viene mal en estos tiempos de corrección. Se entiende casi todo, muy claro el idioma, casi transparente, y las ideas. Habría que hacer las jornadas PPPP Pier Paolo Pasolini al Palo, sería un éxito: ciclo de cine + obra de teatro + debate + reproducciones de sus obras.
Hay mucho para decir -aún- sobre Pier Paolo, más allá de que es gay y renacentista y que fue asesinado por ser el escándalo de su época.
Somos parte del pasolinidream. Puedo leerte y aconsejarte textos suyos, una lista de sus pelis, si las conseguimos, las pasamos. Y están sus pinturas. Pasolini es precioso, en muchos aspectos, porque es revulsivo -lo sigue siendo- pero es tremendamente estético, y todo es maravilloso, como proyecto pero su obra es terrible. La periferia con música clasica, proyecta sombra sobre nuestras suciedades...
Por eso es bueno conseguir un buen documental sobre su vida, algo que deje en claro sus pasiones. Nada mejor, entonces, que sus pasiones hereticas, recopilación de sus cartas, ahí lo conocés en cuerpo y alma. Uy, que impresionante ese título, ya dice todo.
Saló, esa pelicula, incomoda, Pajaritos y pajarracos, es otra, con Toto y el pajarito con la voz de PPP (en realidad es la voz de un poeta zurdo amigo suyo)
Otra ilusión, sería ver algunas que no vi (Acattone, por ej) que es importantisima.
Si, consigámosla! Hay que buscarla, trabaja ese actor, me encanta, Franco Citti.
¿Y Ninetto? Bueno, Ninetto es Ninetto, el espíritu de Pasolini. Ninetto es lo más, Ninetto es todo. Pero después de ser su pareja, lo dejo por su antigua novia y volvio a ser carpintero. ¿Por qué? ¿Tenía que ser acorde con la visión de la vida de Pasolini, no te parece?
Cuando era chico fui a ver "Las mil y una noches" y algo me partió el ojo del cráneo. Cuando veía esa mezcla de poesía y fealdad, en fin, era un antes y un después para mí, en cuestión de belleza formal y sugestión. Luego, lo conocí a Pier Paolo como intelectual.
Recuerdo que el dia que vi Salo en la Lugones no me gusto (si uno dice que Salo puede gustar, para mí va más alla del gusto) la actitud del público. La gente me parecía obscena, no la pelicula.
El evangelio es una película opuesta, preciosa. Es un milagro. Ahí esta la madre de Pier, que hace la virgen, impresionante material de fe, para una noche como esta.

domingo, 4 de octubre de 2009

Atrapado en el sueño del otro


Todo recomienza ahora. Una flor cae lánguidamente. O es que alguien la deposita grácilmente. Una mano muerta o una mano maniquí. Cuando la flor cae, ya es tarde, cae. El regreso es como ver un un film, o contar un sueño, cae. Y en esta tarde, circulamos por senderos como siglos, buscando la piedra, junto al umbral de la puerta, que marca la entrada al laberinto. La piedra cae, cae la tarde. Alzo la flor y en mi solapa, el emblema solitario y secreto de su devenir. Mis pies cansados, parecen sandalias de arena, marcan, paso a paso, el paso del tiempo. En el umbral de tu casa. El timbre de la puerta suena como dentro de una caracola. Nadie aparece, nadie abre. Saco una llave oculta, de entre mis ropas. La llave es como un misterioso clavo que perteneciera a una máquina que ya no existe. Cae la pesada llave, y la alzo. Cae la flor y la alzo. Abro y entro a la casa desierta. Recuerdo esta casa, tal como estaba, cuando todo sucedió. Ahí esta la taza y junto a ella, el plato y al lado, el pan y el cuchillo; más allá, el teléfono descolgado, al pie de la escalera. El sillón junto a la ventana. La cortina ondulante. Cuando miro esos objetos, uno a uno, recuerdo algo. En su terrible mudez, de forma secreta, dicen algo que no puedo verbalizar. Caigo en la cuenta que no estás. Cuelgo el teléfono, subo las escaleras. Me adentro en tu recuerdo. Las escaleras ascienden abismalmente. Y en las ventanas del cuarto superior, las has dejado abiertas, una tela de leve gasa negra, casi una rasgada cortina, ondea. Esa brisa me agita. Me envuelvo en esa tela, al compás de la brisa oscura. Un disco gira y reproduce lo que ya nadie oye. Levanto la púa. Regreso misterioso a la escena de la planta baja. Me recuesto en el doble sillón maravilloso, la onírica butaca donde vimos este film. Me entrego a mi propio recuerdo con placer. Los brazos del sillón y los nuestros se confunden en un mismo abrazo. Sueño que sueñas que entro en tu sueño. Hablas en voz alta. Dices: “Si vous êtes pris dans le rêve de l’autre, vous êtes foutu” (“Si usted está atrapado en el sueño del otro, está perdido”). Mi desvelo descorre, como una nube que pasa, la visión de mundo. Y, entredormido, miro por la ventana, como una sombra se cuela...allá bajo. Alguien abre la puerta con pesada llave. Voy a abrirle. Pero la sombra se va.
Salgo a la calle y la veo. Corro detrás de la embozada, extraña figura, oculta detrás de velos negros, que circula por el laberinto con paso regular. Corro pero jamás la alcanzo. Pero a veces ella gira y revela un poco su rostro. Pero es que no, ¡no tiene rostro! O es un rostro inhumano, plano, rostro-espejo. Grito contra ese espejo plano, sin sonido. Voltea y el reflejo corta mi rostro. Regreso al sillón donde sigo soñando. Pero los objetos dicen otras cosas. El brillo del cuchillo, el torturado teléfono, ahora infunden temor. Las locas escaleras me arrastran. El disco concéntrico no para. Y sueño, y dentro del sueño, la persecución fantástica comienza. Quien ha soñado, quien sueña y el que soñará, abrazados, en el sillón, intercambiamos miradas. Y las tres te miramos dormir. Y en tu solapa está la flor. Y en tu mano la llave. Pero solo uno podrá tomar el cuchillo con ojos relucientes. Se acerca al dormido, y me despierta.
Un joven de ojos lánguidos me mira entredormido.
Una taza, un plato, restos de pan y un cuchillo. Un teléfono descolgado al pie de las escaleras. Un sillón negro frente a una pantalla. Infunden nuevas significaciones. Su pelo rizado se obstina en bucles. Niega pero está rizado, condenado a repetir una historia anterior.

sábado, 3 de octubre de 2009

Plegado, replegado, desplegado




Vamos a la playa

El disco duro del universo guarda atardeceres, personas, voces, historias, itinerarios, imágenes, colores.
VAMOS A LA PLAYA fue otro evento gratuito y sorprendente. Desde el principio hasta su final, esta es la crónica, su precario registro.
Personas, como yo, con memoria relatan lo sucedido en escritura.
VAMOS A LA PLAYA, jornada de performance organizada y convocada por Henrik Hedinge y yo, Ezequiel Romero, por exceso de lluvia, o por falta de personas interesadas en participar de este tipo de acciones parecía que no se haría.
Pero aquella tarde de febrero, después del diluvio, en Florida, Vicente López, apareció un sol hermoso, y a la jornada vinieron las personas indicadas, ni una más ni una menos.
Se realizaron dos acciones y posteriormente, en la terraza de un edificio cercano, hubo otro par de acciones complementarias, que si tuvieron registro.
Bajo del tren, estación Vicente López, suena el celular. Atiendo y es Marta del Pino, que dice:
-¿Dónde estás?
-Bajando del tren, a cuatro cuadras de la esquina de Melo y Paseo de la Costa, donde citamos a la gente. ¿Y vos, Marta?
-Yo estoy con Vera (su beba de por entonces seis meses) sobre una especie de plataforma, frente al Monumento al Fin de Milenio.
-¿No hay un chico rubio con el pelo corto de un lado y largo del otro y seguramente vestido de amarillo y rojo?
-Sí, está en dirección donde yo estoy, tirado en el pasto, mirando el río.
-Ese es Henrik...
- Ah, ese es el sueco...
Sobre aquella pequeña plataforma de madera, a la que le faltaba una parte, estaban madre e hija. El mordisco de animal gigantesco, dejaba al descubierto la estructura tubular de la plataforma. Sobre la parte recubierta disfrutaban del sol Marta y Vera.
Henrik realizaría poco después su acción en este espacio casi semi-teatral, frente al monumento al Fin del Milenio, mientras que mi performance sería la ribera de la playa.
Después de la presentación, Marta nos preguntó:
-¿Y por qué eligieron este lugar para hacer el evento?
-Es más como un taller-evento que un evento, dice Henrik. Miro la costa, donde abundaban las parejas que también contemplan entre dormidas el agua y asiento.
-Nuestra idea era realizar acciones en contextos urbanos. En Florida, vive un amigo colombiano de Henrik, y una tarde fuimos a visitarlo. Como teníamos que esperar a que regresara de su jornada de estudio, preguntamos por el rio y nos vinimos a conocerlo.
Pasamos horas yendo y viniendo por la costa, realizando caminatas al azar. Fuimos reconociendo su constelación irregular, la costa resplandeciente de basuras, donde las personas, especialmente familias, paseaban, y los ciclistas solitarios, circulaban, y los niños jugaban.
Una serie de construcciones extrañas, que resultaron ser un anfiteatro, y otro espacio, zona de un amarillo intenso, playa artificial que el Gobierno de la Ciudad había creado de la nada, para disfrute de los porteños en verano, fueron dos de los espacios que pensamos como probables.
Henrik ve personas que jugaban con discos pequeños. Es el juego del tejo, le explicamos.
Más tarde fuimos a comprar empanadas y comimos frente a la costa. La luna emergió del horizonte. Una gran embarcación de velas anaranjadas. Maravillados por el lugar amplio y la atmósfera íntima, soñamos esta jornada al aire libre.
Al rato Marta y Vera se fueron, pero poco después llegaron otros amigos: Pedro y Cecilia.
Henrik se subió a la estructura, puso un papel rojo, y encima un envase de hisopos para el oído. Tomo uno, procedió a destaparse un oído, y luego tomo otro, destapo el otro.
Henrik se limpia los oídos e invita a que lo sigan.
Hay que destapar nuestros oídos de la oto-obstrucción (término que inventó Pedro)
Cuando me toco el turno, miré las estructuras de las dos torres del Monumento del Fin de Milenio (creación del arquitecto de vanguardia argentino Amancio Williams, quien proyectó este monumento en memoria de su padre, el compositor Alberto Williams)
Fue como introducir aquellas dos estructuras en mis oídos.
Mientras destapaba, entre otras cosas, intuí que podía absorber toda la belleza que pudiera.
Dentro de uno yace la posibilidad de absorber belleza.
El desafío es poder compartirla con otros (por ejemplo con vos, que me lees en este momento) si podemos superar la obstrucción general en la que vivimos.
Después que limpiamos nuestros oídos, invitados por Henrik, aplaudimos.. él hace una reverencia y su acción termina.
Ahora esta crónica de la segunda parte del evento Vamos a la playa.
-Quiero hacer mi acción... ¿Vamos?
Caminamos y cruzamos un pequeño puente. En Nosferatu (Murnau, 1922) se lee: "Pasado el puente, los fantasmas llegaron a su encuentro"
A partir de este cruce, la acción ha comenzado...
Un ciclista nos mira. Somos un grupo extraño. Me dirige una mirada no exenta de curiosidad, acaso de deseo. ¿Sabrá que voy a accionar?
Yo visto todo de naranja.
-¿Y por qué el color naranja? pregunta Henrik.
-Kandinsky afirma que el anaranjado suscita sentimientos de fuerza, energía, ambición, determinación, alegría y triunfo.
-Para Goethe el naranja o “rojo amarillento” provoca choque, disturbio y produce la sensación de calor.
-Es color en su máxima energía, por eso gusta a niños, primitivos y bárbaros.
Llegamos a una playa de piedras solitarias.
-Pueden situarse...donde gusten, éste es una especie de sillón de living de piedra, digo señalando una piedra plana de gran dimensión que tiene otra piedra que parece su respaldo.
Toco las viejas campanillas de un desvencijado teléfono. El color del día, y ese sonido, combinados, son música.
Recuerdo la sensación angustiosa que me invadía cuando hablaba con mi pareja por teléfono, estando yo casi dormido, con riesgo de no entender lo que me decía.
Todo se deshace con la música en la tarde.
Una piedra, subido a ella, digo el texto de Borges escrito en mi bolsa de pan-capucha:
...En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.
Abro el paraguas amarillo y verde tropical. Lo abro entre las piedras. Reconozco el territorio, playa de piedras no naturales, piedras de relleno, piedras de casas destruidas...
Un segundo paraguas, mango de cuello de cisne, me sirve como bastón, apunto todo lo que mi vista puede comprobar, horizonte cierto.
Quiero colocarlo en el piso, pero el idiota viento lo desplaza. Las piedras no ayudan a que quede fijo pero lo vuelvo a posicionar, y así queda. Bajo esta protección voy sacando de mi mochila ciertos objetos (un libro, una pelota de golf, un plato amarillo, un cuaderno verde-amarillo con hojas en blanco, un paquete negro envuelto con una cadena plateada, un cono verde para apoyar la pelotita, un paquete envuelto en arpillera, un piloto)
Todo esto queda diseminado entre las piedras.
Detrás del paraguas textual (escrito con el mismo texto de Borges) me pongo el piloto. Por un momento quedo trabado en la prenda, algún alfiler de gancho oculto me detiene en un gesto semicongelado y luego de un tirón puedo calzarme la vestidura.
El piloto místico, al que cosí virgencitas y santos, que puse como botones, un poco para equilibrar el tono de Borges, ultra escéptico en materia religiosa. Su texto combinado con mi propia religiosidad.
Calzo un par de guantes anaranjados de cocina y una capucha que cubra el rostro. Pedro tiene miedo. Momento incómodo.
El sol rayado amarillo-naranja inunda mis ojos y me orienta. Alzo el paraguas, quedo suspendido y de repente asesto un golpe a la pelotita de golf. Pero la pelota queda cerquita.
Alguien pasa (un niño) y pregunta...
-Qué es lo que hace... y alguien contesta (su padre)
-Está loco...
Siento que la palabra ha caído justa.
Sus sombras, pasan. Recuerdo a Apollinaire: Tú lector, qué eres ¿loco o necio?
Voy mordiendo la bolsa-capucha, inmóvil. Se acercan a leer...lo que está escrito en la capucha.
Compruebo que ha atardecido lo suficiente como para decir que el día mudó su color. Esta capucha es la antigua bolsa de pan de mi casa. Y allí transcribí nuevamente el texto de Borges.
Hay todavía otro paquete envuelto en vieja arpillera, lo abro y saco y muestro papeles envueltos en otros papeles.
Tres colagges, resultado de unir diversos papeles personales y otros, como cartas amorosas de alguien que se despedía (después de una correspondencia amorosa trunca), una nota donde alguien pedía perdón por haber roto un papel, inicios de otra historia amorosa, apuntes que yo tomaba, cuando cursaba Literatura Española III, y leía "Fortunata y Jacinta", apuntes que yo tomaba con tinta violeta y pluma y también las hojas de un libro impreso en letra gótica, que debe tener más de ochenta años.
Corro a la orilla, voy saltando de piedra en piedra (¿me caeré?, no por suerte, pienso) Mi pie encaja en cada piedra, y al llegar a la orilla, percibo ya el maloliente perfume, y dejo los papeles...sujetos por piedras...que se van impregnando del agua turbia.
Pensé hacer grandes barcos de papel con ellos y botarlos en la orilla pero lo descarté porque el gesto me parecía privado y lejano para los que me estaban viendo.
Con la punta de los guantes tomo los extremos de los collages. Regreso de la orilla y muestro los papeles mojados. La tinta se corre...el papel se cuartea, y a través de los agujeros veo...que me están mirando con atención.
Siento que debo redondear mi acción...¿cuánto tiempo habrá pasado?...no lo sé...
Voy juntando cosas, deposito sobre la arpillera, formo un hato, y como un linyera (o la representación del Loco en el Tarot) coloco al extremo del mango de cisne del paraguas el atestado.
Regalo a Henrik un plato amarillo con letras rojas, objeto envuelto en un desinflado objeto (pelota amarilla transparente con lunares rojos) y el performance termina.
(Este gesto dirigido a Henrik alude al alimento, y responde a que, entre otras cosas, yo le di de comer para que él me alimentara)
En ese final estuvo el comienzo de nuestra colaboración y despedirme, fue como regresar al inicio.
Pienso, ahora, que él era el viajero, el varón prudente.
Y precisamente, Henrik ahora ha vuelto a su lugar de origen.
-Y los collagges, ¿no los llevas?, me preguntaron, después.
- No, son la ruina... ahora hay que esperar que vengan los animales y los mendigos...a cobijarse en ellos.
Caminamos de regreso por la senda. Enjambre de mosquitos alrededor de mi cabeza. Se obstinan en perseguirme.
La charla se vuelve algo cómico.
Detrás nuestro, vienen corriendo dos chicas y una señora joven (¿la madre?) Una de ellas increpa a la otra, de forma bastante agria, y siguen corriendo.
Cuando nos vamos, llega un grupo de personas al Monumento al Fin de Milenio, ríen y bromean, nos miran, curiosos, ellos parecen salidos de una propaganda de Campari, y pienso que suerte que no vieron mi acción, hubiera sido un hecho social, una vernissage, una bienvenida o una despedida.
Vamos caminando por la calle Melo, hay un periódico en el suelo, es de color rosa, lo levanto, hay fotos de Beckham, y está escrito en italiano.
Otro grupo de corredores viene por la calle, parece una maratón. Henrik quiere ofrecerles bananas, como quien sigue el recorrido.
La luna tiene forma de banana. Subimos escaleras. En la terraza haremos algunos videos.
Una escalera blanca, un velador rojo enfoca un sector de la terraza. Débil resplandor de la luz en la terraza.
Henrik coloca dos bananas sin pelar, encintadas de rojo, en cada brazo. Henrik, torso desnudo, pela y come la banana que tiene en el brazo derecho. Come su propio cuerpo. Me hace una seña, me acerco, y pelo la banana que tiene en su otro brazo, y empiezo a comerla, con los brazos tras la espalda, como si fuera un juego, en el que no hay que usar las manos.

Sentado sobre el piso, escribo sobre este suplemento deportivo del diario Correo della sera. Las páginas del diario son color rosa pálido. Ahí tirado en el piso voy escribiendo la crónica de este evento. Tres marcadores (rojo, negro cyan) me ayudan a describir lo que paso durante la tarde.
Luego desarmo el paraguas textual, separo la tela de su estructura de alambre, dejando la tela circular sobre el piso.
Sobre un suelo de mosaicos claros, plegados, replegados, desplegados por mis manos, en una terraza al aire libre...la doble página del diario italiano se convierten en sendos barcos.
Dos barcos quietos, se encuentran conectados, amarrados por cintas rojas. Cerca hay un círculo de tela impermeable, que fue un paraguas, sobre el color claro, el rostro de una mujer, y encima mi escritura a tres colores de el texto de Borges, que fuera motor de mi acción.
Y eso es todo.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Tráigame El Hogar.

Si le viene bien, tráigame El Hogar cuando vuelva —pidió la señora Roberta, reclinándose en el sillón ...
Me oriento con Cortázar, desde su cita del cuento Omnibus, que está en Bestiario (1951).
Cada bruja con su brújula, escribía Alejandra Pizarnik.
Mi brújula esta un poco loca por estos días. O mejor dicho: porque estos últimos cuatro meses, atravezó por noches magnéticas, quedo oscilante, bailando y buscando ahora su propio norte.
Desde que me subí al Ovnibus, el itinerario ha sido vertiginoso.
Tanto, que a veces, grité: "Paren el mundo, me quiero bajar"
Desde que la bruja entró volando por la ventana, se adueñó de mi brújula.
El ritmo febril de la pantalla, debería decir, actúo como catalizador de energías delirantes dentro de este proceso llamado viaje.
Viaje interior y exterior. Crecimiento y de-crecimiento. Avance y retroceso. Zig zag serpenteante.
Ese viaje que puede ser el último. Donde las flores indican el común recorrido al que nos dirigimos todos.
¿Cómo orientarse en este viaje?
Traigame El Hogar. O también podríamos decir, lléveme de regreso al Hogar,por favor.
O aléjame de tanta muerte, el suplicante pedido que Mina le hace a Drácula, en la versión de Coppola.
Capicúa.

martes, 29 de septiembre de 2009

Idealismus.

Me caliento un café para comenzar. La primavera de las 5 AM es fría. La negra primavera de la que habla Henry Miller. El andén del tren. El Abrigo detrás del abrigo. El libro que vendrá se abrió en el regazo, como un gato, se deslizó y ronroneo un rato.
Comenzar a narrar y a recordar un viaje en Ovnibus no es fácil. Como viajar por un territorio cambiante adherido a las alas de una mariposa. Una mariposa embrión de huracán.
No es fácil, del mismo modo en que un evocar un estremecimiento no precisa de otro modo que no sea el recuerdo físico.
Y este roce de la hoja de un libro, mientras tipeo, tampoco se verificaría sin esa otra asociación casual entre mi mano y el volúmen que se abre y del cual cito: ...había como un fracaso total, un juego de tensiones mal orientadas, un sistema que en vez de cristalizar, se trizaba fragorosamente y se hacía polvo. (Anotación del manuscrito del capítulo 51 de Rayuela, Cortázar)
El silencio es otra forma de comenzar, mientras el café hace equilibrio en la hornalla, te pregunto: ¿qué es lo contrario del silencio? Una improvisación que duró 2 o 3 horas.
Esa lejana cucharita que golpea la taza del café, por ejemplo, es otro modo de subrayar el silencio y de ingresar al recuerdo de la noche.
Volkar, palabra muy elocuente, puede ser otra forma de recordar.
Recuerdo que cuando salimos, quejándonos del frío semiglacial, a las 5 AM, deseabámos que una puerta mágica se abriera en el universo, y que una mano nos transportara a nuestros tibios lechos.
Pero cuando abrimos la pesada puerta, leímos Volkar inscripto en el volquete. Y dentro, un hombre intentaba conciliar el sueño. ¿El sueño? ¿El metal de sueño o el sueño de metal?
Sorbo el café. Recuerdo las conversaciones, los retazos de las conversaciones, ese manto raído con el cual las palabras sirven para abrigar. Pero prefiero la música (que no se oye) o el silencio (que se habla y no se hace) o una mirada de ojos arrugados o un mate mal cebado o un vidrio enorme que inmediatamente se triza.
Porque ahora que lo recuerdo, improvisamos toda la noche.
Impulsados por las energías de Kafka (Desde el río el grito se oye más fuerte), Cage y Cia, improvisamos toda la noche.
Liberamos la percursividad. Los espíritus. Los cuerpos. Los vidrios. Los ojos. Las manos. Las rajaduras en la pared. La luz que no se apaga. Las manchas de los pulgares.
El frío -que no sentíamos- se colaba por el cuerpo introduciéndose como bebida fría.
La política del Gran Vidrio se hace trizas.
El tibio sol que se cuela por el vidrio no llega a calentar mis pies.
Había una señora vestida de verde inglés. La veíamos en el otro vagón. Estaba parada pero era tan escasa de estatura que parecía sentada. Se quedo un rato largo, parecía que se acomodaba la medibacha, acto totalmente coherente, si se quiere iniciar un viaje con todo en su lugar.
La risa colectiva nos hacía entrar en calor. No morirse de frío por morirse de risa. Morirse de risa es un arte (como cualquier otro)
¡Todo es posible!
La chica tiene una especie de despacho donde crea. Conecta su granja interior con la Granja Exterior.
No la veía hace mucho tiempo. ¿Qué pasa con nosotros cuando alguien deja de vernos? O al revés, ¿qué pasa con alguien cuando dejamos de frecuentarlo? O se desvanece o se hace más fuerte.
Recuperar no es lo que mismo que recaer. Así como arriba no es lo que mismo que abajo.
Y cuando subí a la escalera, para leer, sentí que era cuestión de no perder el equilibrio.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Biblioteca


La afable bibliotecaria indicaba usos y costumbres, derechos y obligaciones de la Biblioteca. Detrás suyo surgió otra cosa: emanó otra historia por debajo de lo institucional.
Porque al observar a aquella mujer ví al trasluz, en el umbral de la Biblioteca, que ahí frente estaba, no cualquier bibliotecaria, sino esa mujer, aquella que ví los cuatro días que duró Enlaces, el festival, puerta por la cual ingresé nuevamente a la Universidad.
Pero jamás la había visto sola, sino siempre acompañada por aquel chico, muy delgado, rostro semiperplejo y tez blanca (su hijo); casi siempre junto a otros dos adolescentes, un chico y una chica, que formaban un curioso grupo que, al igual que yo descubría día a día la agitada vida de Enlaces.
Mutua, bajo la mágica empatía de estar en mismo encuentro, aquel chico me parecía que era el signo de una inocencia nueva y viva.
En su deslumbramiento, veía la timidez de quien entreve por primera vez, la existencia de nuevas posibilidades reales y efectivas de participar en la construcción de espacios de creación colectiva.
Una cita entre arte y vida, a la cual no sólo uno no puede rehúsarse, sino frente a la cual hay que saber decir sí.
Él también había participado con una obra en un sector de la muestra.
Y una tarde, en la que aún el festival no se había abierto, fuí a curiosear en aquel sector: entré en aquella aula flanqueada por dos maniquíes de pechos pintados para descubrir una escena desolada.
Ahí estaban lo restos de una noche donde un idiota viento, bastante violento, había causado, entre otras perjuicios, la rotura de una obra- espejo, cuyo trizamiento me pareció elocuente. Luego se siguieron exhibiendo los restos de la obra, cuidadosamente presentados.
Ambos jugabámos, con devoción y entrega de aquel ámbito de fiesta, concurriendo de forma total al encuentro con nuestro propio destino por aquellos días.
Uno de dos últimos días advertí que el grupo se aprestaba a bajar del mismo tren. Todos éramos pasajeros de un viaje espacio-temporal. A esa altura yo percibía el proceso de transformación en sus cuerpos. Leía la experiencia en los comportamientos corporales del adolescente.
El era como el humus en el cual prende la cultura.
Indisolublemente, ligados dentro del mismo proceso de vivificación, ambos nos transformamos en otra cosa durante aquel largo evento.
Y cuando la bibliotecaria, me contó que su hijo lloró, después que el evento finalizara, entendí que aquella necesidad también había sido parte de la mía.
Idéntica intensidad de los primeros contactos, junto a la necesidad de volver a sentirlos, como ahora, que ingreso nuevamente a la Biblioteca.

Todos vivimos en esa misma ilusión.

El reloj es un corazón que late. Vuelvo a percibirlo como tal. En el espacio silencioso vuelve a percutir el tiempo. Es misterioso este latir. Los libros que reposan en los estantes son corazones dormidos. Cápsulas de tiempo que se abren.

Si casi ya no se reciben cartas ¿será que casi no se escriben o que no hay destinos a los cuales esas cartas deban llegar?

"El libro que vendrá" se llama el libro. Un chirrido llega desde otro lugar del mundo-edificio Biblioteca.
Tuve que esperar salir del gris corazón delator de la fábrica de Cigarrillos & Letras para llegar a oír el palpitar del tiempo en Caseros.

El que llega repira de modo soterrado y su respiración me inspira. El estampado de mosaico de su buzo campera es otro fragmento, una nueva totalidad.
Y su rostro serio e imperturbable, tan serio como solo puede serlo el rostro juvenil de veinte años, me sonrió.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Mi vida como performer

Mi vida como performer no puede ser escrita ahora

porque todavía esta abierta. Y soy joven. Pero gracias por valorar mi trabajo e invitarme a esta charla.
Mucha de mi fuerza pasa por la escritura, ya que me formé estudiando Letras, por eso mismo escribí los pensamientos y sentires que siguen.
Me encantan las odiseas espaciales. Vivo en el lejano Oeste (Hurlingham) y es así que cada vez que vengo al centro acometo con dos o más eventos.
Mi formato de performer es transportable. La idea es compartir un viaje a través del espacio-tiempo y a veces siento que mucha de la conexión que se genera, cuando me encamino a realizar una acción, pasa por las personas que veo, los medios de locomoción que tomo y mi propia inmersión en lo real.
Mi enlace con el performance transita por combinar los cuatro elementos básicos: el tiempo, el espacio, mi cuerpo y su relación con el cuerpo de otros performer y el de los participantes y/o públicos.
Ingresé al performance, no como práctica estética, sino a través de otros mundos de imaginación, plásticos, literarios, teatrales y/o audiovisuales.
Esa suma me hace considerar al performance como matriz de todas las artes. Es un acercamiento poético, en el sentido inicial del término, donde poiesis equivale a creación.

En cuanto a mi exploración parte no sé si de una determinada temática pero sí de mi personalidad, de la atmosfera que recreo y de la visión de mundo que intento generar, que a su vez se conecta con una búsqueda interpersonal.
El sentido de mis acciones no preexiste a las mismas. Nace y muere en la mirada del otro. Yo desearía llegar más al corazón que a la mente de los demás. Iluminar ciertas zonas oscuras. Sacar fuera todo lo que esconden nuestros baúles. Lo que recibimos, lo transformamos, pero si queda dentro, se estanca, y no fluye.
Creo en el poder y en la fuerza de los objetos inútiles, de las miniaturas, de las máquinas que ya no sirven, de los restos, de los altares profanos, de los diversos rituales que los distintos pueblos han imaginado para relacionarse con sus fuerzas elementales. Hay elementos de esa naturaleza en muchas de mis creaciones.

Esto me ha servido de mucho. Gracias a las acciones logré continuar mi pasión por el papel y especialmente por collage, que es algo que cultivo desde los 15 años.
Para mí mucha de la experiencia del arte pasa por el don o por el intercambio.
Valoro, mucho, y creo que es ahora éste es el desafío, proyectar comunitariamente acciones que se desarrollen en ámbitos urbanos y que vínculen el performance con personas, sujetos y comunidades que jamás hayan presenciado acciones de este tipo.
Soy itinerante (Romero, equivale a Peregrino) y mi exploración pasa por la circulación dentro de unos bordes, que delimitan un espacio o ámbito interdisciplinar, en el cual mis acciones y performances, suponen un aporte extraño, una intervención sutil y/o una modificación perceptual.

Atravesamos zonas de turbulencia, donde las energías parecen dispararse para cualquier lado. Donde nos pasa de todo, donde la mezcla de olvido y memoria, adelanta y rebobina la mente al mismo tiempo. Se generan misteriosos presentimientos y situaciones dignas del eszquizonalisis. La debacle ya no es financiera o política o social, sino total.
Este Sistema no era el mejor, y como tal poseía fecha de vencimiento. Y ahora?, nos preguntamos todos. Y ahora qué pasa, eh?
Bueno, cuando nada pasa, o cuando todo pasa, es bueno...preguntarnos que es lo queremos que pase.
En mi caso, la respuesta es romper el círculo que trazé con mis propias acciones y performances, paea encarar por un lado acciones colectivas y por otro proyectos de gestión de eventos performáticos o que integren esta práctica con otras.
A veces me agito y me dejo llevar de las narices por las brisas más tempestuosas, como frágil mariposa, y a veces me quedo quietos como larva, esperando la anhelada metamorfosis.
En verdad, voy y vengo del repliegue a la apertura. Y entre todos mis yoes conformamos un collage de diferentes texturas. Cada cual es un fragmento desprendido, un ascua, de un fuego perpetuo.
¡A veces siento la necesidad de reavivar ese fuego realizando acciones!
Por eso ahora siento la necesidad de redoblar la apuesta, de generar movidas, de encontrar más personas ávidas de sacudir su sensibilidad, y surge en mí el deseo de montar instalaciones y de participar en performances donde lo preparado y lo espontáneo se combinen.
¡Hay que volver a vivir el arte como si fuera tu propia aventura! Fuera de la galería, fuera del museo, en la vereda, pero no en la del museo, sino en la calle, cualquier calle no, la que uno sueña o la que uno desea.

¡Volver a Ser ImaginariaMente Feliz!

Para quienes somos sensibles, las acciones, palabras o imágenes, son nuestros frágiles puentes para ir al encuentro del Otro. Y en el caso de la performance, yo mismo-performer y vos- otro-participante espectador, logramos unirnos y fusionarnos momentaneamente dentro de una misma acción.
Y ciertamente, en estos tiempos todo se desmorona y a la vez se construye algo nuevo, solo nos salvará nuestro deseo de ser salvados!
Cada vez que me encontré con cada de una de las personas con las que colaboré en cualquiera de mis performances (ya sea dentro de mi primer grupo Antojo de Burro, o mi posterior colectivo, Piedad Marilyn, o luego con Klaudia con K, o con Nuria Vadell, o con Henrik Hedinge o hace muy poco con Mariana Serrano) siempre trate de soñar algo y de darle entidad, en este mundo de entes borrosos.
Este tipo de colaboraciones implican procesos que inician dentro, se trasladan al exterior, y al fin quedan como huellas de conexiones, rastros y registros.
Esos momentos de conexión conforman este espacio que somos, y generan la apertura necesaria, para deslizar una palabra, un gesto, un color, que modifiquen la percepción habitual y automatizada que a veces paraliza nuestras vías más sensitivas.
Encontrarme con otros artistas, ayudarlos a crear, me hace descubrir que hacer gestión, como hacer performance, es como ayudar a parir. Y en ese sentido también entiendo que realizar performance puede ser terapéutico.
¿Acaso no se dice gestar como sinónimo de concebir?
Uno ayudar a parir cuando el otro tiene algo dentro y uno ayuda a que salga.
Esto también puede desgarrarnos a veces, porque alumbrar aunque es un acto maravilloso, es un poco desgarrador, en el sentido de que un alumbramiento es un proceso que vivimos con una mezcla de dolor, temor y alegría.

También yo puedo dar a luz...

Por cada proceso (performance o gestión de una actividad de performance) hay que hacer trabajo de parto.
Como performer o gestor me mando con una propuesta desde el corazón, porque creo que siempre vale la pena el esfuerzo de gestar en este universo.
Vuelvo a pensar en performance fuera de mi idea de performance, y descubro mis límites y a la vez voy al encuentro de lo que pueda surgir.
Dar un sentido a toda vida acción aún la más prosaica o simple o elemental .
Transmutar en amistad y amor el creciente odio, recelo y desconfianza entre las personas.
Y tomo las palabras de la poesía para saludar la vida con una clase de respiro que corte de raíz el asma mental en el cual nos sofocamos a veces.
Pasado el ahogo, causado por la inhalación de un humo negro y tóxico, una mala nube, cualquier falaz visión de un cielo equivocado, asoma lo verdadero.
Todo puede ser exorcizado por la delicada aspiración de una rosa.
Así, pequeñas acciones, a veces anónimas, a veces no públicas, siempre interpersonales, nos ayudan, porque abren los poros de nuestra sensibilidad y nos permiten percibir el sentido de lo que hacemos.

Ezequiel Romero

Texto escrito para el Intercambio de Artistas
Septiembre 2009