miércoles, 30 de septiembre de 2009

Tráigame El Hogar.

Si le viene bien, tráigame El Hogar cuando vuelva —pidió la señora Roberta, reclinándose en el sillón ...
Me oriento con Cortázar, desde su cita del cuento Omnibus, que está en Bestiario (1951).
Cada bruja con su brújula, escribía Alejandra Pizarnik.
Mi brújula esta un poco loca por estos días. O mejor dicho: porque estos últimos cuatro meses, atravezó por noches magnéticas, quedo oscilante, bailando y buscando ahora su propio norte.
Desde que me subí al Ovnibus, el itinerario ha sido vertiginoso.
Tanto, que a veces, grité: "Paren el mundo, me quiero bajar"
Desde que la bruja entró volando por la ventana, se adueñó de mi brújula.
El ritmo febril de la pantalla, debería decir, actúo como catalizador de energías delirantes dentro de este proceso llamado viaje.
Viaje interior y exterior. Crecimiento y de-crecimiento. Avance y retroceso. Zig zag serpenteante.
Ese viaje que puede ser el último. Donde las flores indican el común recorrido al que nos dirigimos todos.
¿Cómo orientarse en este viaje?
Traigame El Hogar. O también podríamos decir, lléveme de regreso al Hogar,por favor.
O aléjame de tanta muerte, el suplicante pedido que Mina le hace a Drácula, en la versión de Coppola.
Capicúa.

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