domingo, 29 de noviembre de 2009

Vivir las ilusiones y ficciones

Gracias por tu carta, y si no la he contestado, fue porque la realidad me había enviado lejos a vivir las ilusiones y ficciones que tu sagaz pensamiento refleja en tu Letra.

Es así que ahora que he sido devuelto a la orilla de la carta, por la incesante marea de la realidad, me siento una especie de resto, algo que esta aquí pero que bien podría no estar o estar en otro lado.

Me siento boyando. Me siento demás. ¿Los demás me sienten? No sé todos, pero tu sí. Y eso es mucho.

Soy fragmento de ese objeto del que tu hablas, ese objeto universal, la realidad, pero un fragmento fragmentado, algo que parece que no halla la pieza que le falta y esta roto.

La memoria, mi memoria, también esta partida. Este proceso de desintegración ha sido tan erosivo, tan corrosivo, que ya no recuerdo que es lo que olvidé.

Coincido contigo en que la roca-realidad, la piedra fundamental e inmemorial donde rompe el mar sus moods of sea, ha sido el punto donde también me he caído.

She was a Visitor. She was a Visitor. She was a Visitor. She was a Visitor. She was a Visitor.

Repito: She (la realidad) was a Visitor.

Percibí su anunciación, su llamado, su visita, pero ahora no.

Soy un personaje. Ahora me llamo Magush. Un niño aprendiz de mago. Quiero reencantarme, quiero cambiar mi destino. Quiero probarme una vez que puedo trastocar la realidad. ¿Será en vano?

La re-presentación del amor.

Me alucina con su visión obsesiva. Me tortura con su espera animal. Me encandila con su luz oscura. Me da premura en su procastinada llegada. Me intoxica con su voz incórporea. Me madruga con su llamado. Me mendruga. Me alimenta con su hambre voraz. Me incrementa con su pérdida. Me dilapida con su riqueza. Me atosiga con su sangre. Me damnifica con su aparición milagrosa.

martes, 17 de noviembre de 2009

Brusquedad, impaciencia, cólera, brote de tristeza y desesperanza, taciturnidad, dificultad de ser.

En esta tierra virtual (maldita, que no nos da nada, ni nos dió ni nos dará) aparecen personas y así como aparecen, desaparecen, por todos lados.
Entre torcidos escombros y retorcidas ruinas, asoman sus manos extendidas y sus cabezas gesticulantes, seres parlantes o mudos que claman por auxilio ( o por lo mismo que clamamos nosotros)
Pero cuando uno intenta acercarse y tomar esos miembros, zas los seres te clavan el cuchillo o te hincan los dientes en la yugular.
Como en una película de clase B, todo empeora a cada minuto.
La cura no hace efecto y la tierra se llena de zombies.
Yo mismo me he convertido en uno.
Yo mismo te he convertido en uno.
Nuevamente nos exponemos a varios ataques: ácidas lluvias de malos entendidos, narci-sismos, citas en el jardín de equívocos (donde las respuestas son tan desdobladas) y una serie de mil situaciones que no llegan a realizarse y quedan en el limbo, como bebes abortados.
Todo esto y mucho más.
Un zombie seguramente comprenderá a otro. El mismo estado especular de siempre.
Ayer no fue tampoco fácil para mí.
Muy raro día para todos los zombies, entonces.
Mucha presión experimenté durante la tarde.
La plaza, la avenida, el agotamiento de la ciudad microconcentrada me invadieron.
En el opresivo departamento mental, la camilla, la señora dormida con la acupuntura puesta, y toda aquella cura me arrastraba.
El octavo 132 estaba lleno de embarazadas llenas de zombies que se peleaban por sentarse.
Luego, un ahogo súbito y la asfixia que te quita la poca vida.
En la estación de trenes, los cárteles luminosos, en los que la realidad se recorta (y te corta también) informaban las últimas noticias sanguinolentas.
Luego a la noche, hubo una súbita descompresión, un experimento y acción.
Este tipo de subidas y descensos bruscos producen en el ánimo situaciones complicadas.
Explotar no es bueno, explorar es mejor aunque sean zonas oscuras, porque sino ¿como se entendería que un ciego ayudara a otro?

martes, 10 de noviembre de 2009

Caminaba por la delgada vereda de un sueño.

Caminaba por la delgada vereda de un sueño
Y te hallé, salvaje y taciturno,
Perdido en una pampa electrizada
Romance oscuro del pasado, lastimosa desmesura.
Montado sobre tu lomo el horizonte gira.
El verano aún no ha regresado y desconozco tus señas.
Esta noche dejaré una misiva para que tu mano de niebla la tome.
En el sueño leerás tranquilo mientras beso tus crines.

Me despierto y entiendo que debo ser paciente. Espero que la espera tarde poco. Esta inquietud turba mi corazón de cristal.

Gota a gota, la lenta diseminación, revela una fascinación grande: ¿pasaré de ser invisible dador a ser recibidor real? ¿seré el destinatario de un encuentro secreto, lejos del mundanal ruido?

En mis torsiones, y entre las secretas figuras del ansia quema, se engendra la incesante reproducción de una escena, cuyo teatro de insomnio, me hace pasar noches blancas.

Las fotografías, de frente y perfil, se desvancen al pulsar teclas.

Entre flores de sueño la felicidad se abre como un paisaje; pero hay un súbito repliegue y el desconcierto cunde como una nube que obtura el sol. El anhelado día se parte en dos y algo se va lejos.

¿Más, dónde? La mente no alcanza a determinarlo. Lleno y vacío, quedo como una gruta donde entra el mar.

Cuerpo a cuerpo, deseo un abrazo circular, musical. Abrazo, entonces, la idea de cuerpos traslúcidos sin opacidades.

Si esa seductora figura del deseo puede, con cierta magia, superar la distancia y llegar al otro, pienso, seremos dos, los asombrados.

Estas palabras efectúan una mise en scene rápida, performance espectral, que va de la sobriedad al delirio.

Si todo diálogo es un intercambio, qué no habrá que decir de los diálogos del silencio que se establecen entre personas que no se conocen pero se presienten.

Por momentos la grieta se resquebraja, y lentamente nos introducimos en la hendidura. El ser se precipita, como Alicia, en una caída infinita. ¿Habrá un colchón que amortigüe caída tan fenomenal?

Sueño con un portal minúsculo, un capullo donde guarecerme de la lluvia ácida. Después que pasa el fatal aguacero, salgo, abro mi pequeño paraguas, y me dispongo a caminar por las aceras mojadas. Tengo pluvial emoción. Voy al encuentro del desconocido amigo.