domingo, 15 de febrero de 2015

80

Recién cuelgo de hablar con Chola, tía de mi mamá, hermana de mi abuela, mañana cumple 90, el mísmo día de mi mamá, que cumple 80. Qué mujeres, estas acuarianas, ya desde niñas, con conciencia y persistencia, luego como mujeres, siempre trabajadoras y sostenedoras de todo, a pesar de los obstáculos, y ahora siguen y siguen. Yo adoro a estas mujeres con su especial energía. No solo como artista sino como persona siento infinita gratitud por Rosita, mi madre, porque siempre me supo comprender y apoyar incondicionalmente en cada una de las etapas de mi vida. Acaso porque ella también es una artista innata y consumada (la costura y el tejido, son sus principales habilidades) pero también es una persona sabia, que comprende a los demás y es solidaria con las necesidades de los otros. Esa energía acuariana que la impulsa a seguir siendo entusiasta, con proyectos y deseos de sentir la vida como una creación constante.Vivir con ella en esta casa que construyo mi papá (con el apoyo de su familia) es un proceso y un aprendizaje constante. Aprendo de su memoria, de sus estrategias cotidianas, de su perseverancia y paciencia, y de la dulzura de esta vida. Ahora tomaremos unos mates cebados por ella y absorveré esa forma de comunión en cada uno de ellos. 80 años no son tantos pero son únicos, todo lo que se vió y vivió, sintió y pensó, desde que se fue niña, adolescente, mujer, madre, esposa, viuda, sobreviviente, resistente y bienaventurada Rosita, por siempre.

Ella recuerda

Ella recuerda una mañana, me acompañaba un par de cuadras de casa, a tomar el micro escolar que me llevaba al colegio, era muy temprano, ya que yo era uno de los que más lejos vivía, y entraba a las 7 am. Esa vez aparecieron de repente un par de caballos salvajes desbocados, yendo a todo galope hacia nosotros. Mamá accionó rápidamente, me tomó y nos protegimos detrás del árbol de un vecino. Los caballos pasaron como una exhalación.