sábado, 10 de octubre de 2009

El escenario armado, angosto y largo, era una pasarela larga. Los grupos y solistas musicales se alternaban con los animadores. Pero no se veía nada, porque las banderas tapaban todo.
Las banderas, alzadas, no dejaban ver la tribuna, y el exaltado locutor pidió que las bajaran, porque los medios no podían registrar la Vigilia.
Había reflectores que lanzaban su luz al cielo. Parecía una antigua premiere de Hollywood.
Otro especie de cártel luminoso proyectaba sobre un edificio letras de luz. No descifraba su mensaje. En todo sentido, aquello para mí era un evento univocal y simultáneo que bombardeaba mi percepción. Miraba las banderas enhiestas, ondeando, y recordaba las escenas de las películas rusas de Eisenstein. Había mucho color. Todo el tiempo se lanzaban bombas de estruendo y otras señales luminosas. Pirotecnia verbal. Fuegos de artificio. Algunos jóvenes manifestantes bailaban, en pequeños grupos, alrededor de las banderas multicolores de los pueblos originarios.
Y luego se dejo oír a algunos de los oradores. Un opositor y otro defensor de la Ley.
Al primero se lo escuchó y también se lo silbo e insultó. Había gente que no podía escucharlo. Yo oía y veía todo. Pero ya se sabía que la mayoría estaba del lado de los propulsores de la Ley, y había un clima de triunfo asegurado.
Estaba allí porque quería estar, aunque mi escepticismo no pasaba inadvertido para algunos militantes. Un chico tenía una remera con la cara de la mandataria, que decía Cris Pasión. Le sacaron fotos, porque la remera era ingeniosa. Del mismo modo, cuando en la pantalla aparecía, la cara del vicepresidente se lo silbaba, no de forma unánime sino aislada.
En una carpa, ubicada en la Plaza, miraban la televisación otro grupo de manifestantes. Gente no tan joven y algunos con niños que dormían. La gente que estaba fuera y miraba se quejaba porque un señor con un diario bajo el brazo obstaculizaba la visión. Pocos segundos después se votó la Ley y todos festejaron.
Los discursos con pedidos exaltados dejaron paso a los discursos con los agradecimientos exaltados.
Cantaron -no todos- el himno nacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario